CYL / CULTURA

Andrea Bacchetti pone la nota final del X
Festival «Pórtico de Zamora»

ABC / ZAMORA  |  Día 10/03/2013 - 20.14h


M. A.
Bacchetti, este domingo durante su actuación en la iglesia de San Cipriano en el Festival «Pórtico de Zamora»

El pianista italiano Andrea Bacchetti triunfó en la última jornada, celebrada este domingo, del XI Festival Internacional de Música «Pórtico de Zamora» con una peculiar selección de obras del barroco alemán e italiano que pusieron en pie a los más de 350 espectadores que llenaron la iglesia de San Cipriano y que obligaron al artista a conceder hasta cuatro «propinas», informa Ical.
Andrea Bacchetti (Génova, 1977) escogió para empezar la Toccata en mi menor BWV 914, de Johann Sebastian Bach, dejando en el auditorio con la fuga final la sensación de que algo especial iba a ocurrir durante el concierto.
A buen seguro que el sonido del Steinway&Sons de gran cola no desmereció respecto al que habría ofrecido un clave ni para el más recalcitrante de los puristas. Los momentos más sorprendentes del recital se produjeron en la primera parte, tanto por la peculiar selección de las obras como por la versión sin ritornello de las archiconocidas Variaciones Goldberg BWV 988, también del compositor nacido en Eisenach. Las obras con las que sorprendió el pianista genovés fueron el primer preludio del primer libro de «El clave bien temperado», que tan célebre hizo Charles Gounod cuando decidió utilizarlo como base para su «Ave María». Bacchetti dejó al respetable con la respiración contenida cuando, en lugar de continuar con la fuga, como es de esperar, realizó un quiebro inesperado para interpretar una especial versión del famoso Minuetto en sol mayor antes de acometer la obra estrella del concierto: las Variaciones Goldberg.
Bacchetti firmó una interpretación deslumbrante, por brillante y por exacta, dejando en el aire su ya habitual incógnita de su decisión por lo que al aria se refiere, por completo carente de los trinos y los grupetos que parecen pedir su condición a ultranza barroca y que la mayoría de los intérpretes ejecutan.
El artista desnudó por completo el aria para entrar y para salir y dejó entreambas una sucesión frenética de variaciones, algunas de ellas, ejecutadas con justeza y rotundidad a una velocidad endiablada, bastante por encima de la equivalencia que habría pedido el metrónomo.
En cualquier caso, pudo permitirse tal licencia porque su solvencia y su increíble seguridad a la hora de interpretar a Bach resulta asombrosa.
Después de una breve incursión por Baldassare Galuppi, la segunda parte estuvo marcada por las sonatas de Domenico Scarlatti, que fueron premiadas con el público puesto en pie.
La tónica del barroco indicado por Scarlatti continuó en las propinas con el padre Antonio Soler e, incluso, un guiño romántico para romper la atmósfera netamente barroca.
El director del Festival, Alberto Martín, despidió la edición con el deseo de que «volvamos a vernos» en la duodécima, en alusión a los recortes presupuestarios que han «hecho más difícil» la organización de una de las citas más importantes de Europa con la música medieval, renacentista y barroca.