Andrea Bacchetti y el pianismo italiano


De todos los jóvenes pianistas italianos, Andrea Bacchetti es, sin duda, el más destacado intérprete de Bach. Incluso, con Piotr Anderzewski, es quien ha llevado la música de Bach a un nivel de lirismo desconocido hasta ahora


Por Oswalda Salazar


FOTO: ELPERIÓDICO

Enfundado en una amplia chaqueta y llevando guantes para evitar que el frío llegara a sus manos el gran pianista italiano Andrea Bacchetti esperaba ansiosamente el inicio de su recital. La cita fue el vierne, 30 de noviembre en el Salón Lui, Cardoza y Aragón de la Embajada de México. El programa incluía la ejecución (sin repeticiones) de las Variaciones Goldberg de Johann Sebastian Bach, las Remembranzas de Guido Alberto Fano y, por si eso fuera poco, cerraba con una serie de Sonata, de Domenico Scarlatti recientemente editadas usando la guía del llamado "Manuscrito Reconstruido".

Por fin llegó el momento. Después de la presentacion del artista y el programa, el Maestro Bacchetti apareció en el escenario, hizo la reverencia del caso y se sentó al piano. Pasaron unos segundos de completo silencio y, de pronto, como si un orden oculto se revelara espontáneamente, empezaron a sonar las magicas notas del Aria que abre las Variaciones Goldberg de Bach. El tacto suave, el fraseo muy flexible, la articulación clara del contrapunto y, sobre todo, el lirismo de la interpretación, revelaban un Bach distinto a las ejecuciones extremadamente virtuosas, casi mecanicas, de un Glenn Gould, al poder apabullante de la escuela alemana de un Karl Richter, o a las modernas interpretaciones de nuevos talentos educados en la tradición técnica de la legendaria Juilliard School o el Curtis Institute of Music. Cabe, entonces, preguntar: ¿de dónde viene esa forma de interpretar estas obras cumbres de la música?

Como muchos artistas del pasado, también Bach fue relativamente desconocido durante los años que siguieron a su muerte. Entre la desaparicion de la generación siguiente y el surgimiento claro del romanticismo ya bien entrado el siglo XIX, Bach permaneció en una sombra que lo reservaba al conocimiento de musicólogos o expertos en el período barroco. Fue Félix Mendelssohn quien lo recuperó de la curiosidad erudita y lo valoró como el fundamento, el origen, la fuente inagotable de todas las posibilidades de la música.

Sus obras escritas para el clavicordio, sin embargo, debían esperar todavia más tiempo para ser interpretadas seriamente en el Pianoforte. Es allí donde surge la enorme figura de Ferruccio Busoni, el gran pianista y compositor italiano de finales del siglo XIX e inicios del XX que dedicó una enorme cantidad de esfuerzo y tiempo a la transcripción de las obras de Bach al piano. Sus ediciones de las obras del gigante alemán son monumentos a la erudición, al cuidado del detalle, a la discusión exhaustiva de todos los aspectos de la interpretacion, desde las ligaduras de frases y la digitación correcta, hasta sesudas reflexiones sobre el significado histórico del cultivo del contrapunto. Busoni hizo suyo a Bach al grado de llevar el arte de la Transcripción al nivel del verdadero arte creativo. Como un Pierre Menard de la música, su trabajo marca una diferencia entre el Bach anterior a Busoni y el Bach posterior a él. Hoy en día, cualquiera que quiera acercarse con seriedad al estudio del piano, e incluso de la teoría del contrapunto y su influencia en la música atonal, no puede soslayar el encuentro decisivo con Busoni. Pero, aparte de este aporte universal, ¿cuál es ellegado del Ferruccio Busoni al pianismo italiano? Cuando uno se asoma al panorama del piano contemporáneo, rapidamente podemos distinguir algunas claras tendencias pedagógicas: la Escuela Francesa, representada por Alfred Cortot, Yvonne Lefebure y, mas recientemente, Yvonne Loriod; la Escuela Rusa, donde destacan los hermanos Nicolai y Anton Rubinstein; y la Escuela Alemana que se remonta hasta Carl Phillip Emmanuel Bach, Otto Neuhaus y Edwin Fisher. Ahora bien, ¿hay una escuela italiana de piano? Obviamente no. No en el sentido de estas tradiciones que han formado generaciones de pianistas en la prioridad del carácter y la expresión (Rusia), o la prioridad de la estructura (Alemania), o incluso en la fidelidad incondicional al texto (Francia). ¿Qué caracteriza, entonces, a los grandes pianistas italianos?

Cuando uno piensa en el aporte de Italia a la historia de la música, inmediatamente se viene a la mente la escuela veneciana de musica barroca, la Ópera, las figuras legendarias del Bel Canto. Y nos preguntamos por una tradición pianística como si el arte del piano no guardara relación alguna con el canto. Una revisión un poco mas detallada de dos de los grandes pilares del piano: Bach y Chopin, nos revela que la voz humana y la ejecución al piano van de la mano. Como bien sabemos, el consejo de Bach a los jóvenes clavicembalistas a su cargo era que para ejecutar bien debían escuchar mucho a los grandes cantantes. Chopin, por su parte, era un gran admirador de la ópera italiana y las grandes estrellas de la época. Un estudio somero del fraseo, de la construcción de sus Nocturnos, de sus Estudios, revela hasta qué punto el compositor polaco trataba de imitar el carácter melódico de la opera. Hacer cantar el piano, ésa era la divisa de estos autores. Ahora bien, hacer cantar esa máquina masiva que es el piano va mas allá del dominio de la técnica del Legato, mas allá del juego con el tiempo, por ejemplo, en el uso del Rubato. Es algo que tiene que ver con la intelección de que hay un pasaje imperceptible entre lo percusivo y lo melódico, entre el andamiaje rítmico y las ligaduras que forman las frases, e incluso, mas allá de eso, del contraste temporal, tonal del juego de frases del contrapunto.

Ferruccio Busoni fue quien nos hizo conscientes de esa dimensión, digamos, espiritual de la ejecución pianística. Y aunque su enseñanza se desarrolló en Alemania, fue recogida por Arturo Benedetti Michelangeli y Maurizio Pollini. Recientemente, Roberto Prosseda y Mariangela Vacatello, conocidos en América por sus apariciones en conciertos y certámenes tanto en Estados Unidos como en Latinoamérica, han recogido esta tradición de interpretación lírica.

Andrea Bacchetti, genovés, es quiza el mas importante representante de esta tradición italiana porque, de todos los jóvenes pianistas italianos, es, sin duda, el mas destacado intérprete de Bach. Incluso, me atrevería a decir, el Maestro Bacchetti es, con Piotr Anderzewski, el joven pianista que ha llevado la música de Bach a un nivel de lirismo desconocido hasta ahora. Más allá del monstruoso virtuosismo que exige una obra como las Variaciones Goldberg, desde el Aria de apertura, a lo largo de las treinta variaciones y de vuelta al Aria, se asoma una fluidez, una corriente subyacente que sostiene una visión mistica de la música. Bach, en las manos de Bacchetti, hace realidad aquello que siempre se ha dicho del gran Cantor de Leipzig: en su música, equilibrio perfecto entre el intelecto y la emoción, se revela un orden oculto, el orden trascendental de la matemática del universo.